Por Alejandro Rodrigo Ríos
Viajo desde Chile, a las 4.50 am el avión se detuvo en Miami, en pocos minutos estoy frente a una policía de me interrogó de una forma inesperada, creo que antes de saludarla ya era sospechoso de algo, su nombre – lo dije, dirección – la di, profesión – profesor digo, de qué dice ella de drogas, tráfico de marihuana? de qué, educación física, tiempo en el país, 3 meses, más sospechoso, ¿pero cómo tres meses y usted no trabaja?, donde se va a quedar, ahí quedo media descuartizada, ajeno a todas las recomendaciones, digo con quién me quedaré y la situación sentimental que nos une, algo ya corre por la venas de la policía y en un acto de rabia interna saca un papel naranjo, registra una notas y me pide que de unos paso hacia atrás, cómo si la pudiera contagiar con la sinceridad de mis palabras.
Un policía me lleva a una sala de interrogatorios, ahí me bajo una pequeña preocupación miro al fondo del pasillos y logro ver el baño, para no perder mi “entrevista” me aguando los retorcijones de tripa, la cosa no estaba sencilla.
Me llaman, el policía me pregunta dónde voy y con quien me quedaré, digo la verdad, me mira con cara de sospecha, le muestro mis pasajes y mis idea del viaje, le digo porque estoy acá uno dice la verdad las personas se asustan, le doy el número de teléfono de mi trabajo donde cumplo funciones desde hace 27 años, vengo acá siguiendo un sueño, de salir a viajar por el mundo sin necesidad de endeudarme, unido a otras situaciones como un lugar donde llegar una compañera que me acoge y podemos compartir esos sueños. Termino de hablar y me pregunta como conocí a Andrea, de jóvenes fuimos deportistas en el mismo club, en ese entonces ya me gustaba, con los años nuestras vidas se cruzaron y acá estamos. el policía escribía cada una de las cosas que yo le decía, además cuando viaje hace un años conocí a su tío que fue un hombre que llego acá después del golpe de estado, el de Pinochet me dice, ese mismo, y quiero escribir su vida su historia.
En un momento deja el computador y toma el pasaporte, me dice cuando sales del país, le doy la fecha pone tres días más, muchos vienen a trabajar sin papeles, por eso les cerramos las visas que Chile tiene en la actualidad. Estira su mano con el documento y me desea un buen viaje, salga por la puerta 9.
Tomo el documento salgo, corro por los pasillos, Andrea está impaciente, le han llamado la atención en dos oportunidades por tratar de ingresar hacia migración. Me ve que vengo corriendo, piensa que me he escapado de la policía, pero no fue así, nos damos un abrazo que nos tranquiliza por fin podemos continuar.
Alejandro Rodrigo Ríos, es un profesor de origen chileno, con una maestría en educación, y es docente. Ha sido articulista en la Revista Mocha-Chile.
Sala de Redacción/Westchester Hispano
Publicado el 03 de Junio 2017