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El azúcar provoca adicción. Las imágenes de resonancia magnética han comprobado que activa los mismos centros de recompensa del cerebro que la morfina, por ejemplo. “Un consumidor de azúcar que deje de tomarlo de golpe experimentará un síndrome de abstinencia similar al que sufren los cocainómanos, los fumadores o los alcohólicos cuando dejan de tomar cocaína, nicotina o alcohol”, explica Kris Gunnars, investigador en nutrición y autor de Vicious Eating. The Food Addict´s Guide to Redemption (Alimentación adictiva. Guía para la redención del adicto a la comida). “Puedo decirlo por experiencia: he pasado por seis tratamientos de rehabilitación y sé del tema”, confiesa el autor.
Riesgo de Diabetes
Por si el trago de la adicción no es lo bastante amargo, las dietas ricas en azúcares acaban generando resistencia a la insulina, lo que significa que esa hormona deja de controlar bien los niveles de glucosa (azúcar) en sangre y esto abre la puerta a un montón de problemas de salud. Además de ser antesala de la diabetes tipo 2, la resistencia a la insulina es un factor de riesgo para padecer obesidad abdominal, síndrome metabólico, enfermedad cardiovascular, cánceres de mama, vesícula o intestino… y hasta de metástasis. Estudios recientes indican incluso que las dietas ricas en azúcares aceleran el envejecimiento y aumentan el riesgo de depresión.
Las personas que basan su dieta en comida rápida y productos procesados toman una media de 22 cucharaditas de azúcar al día.
Lo malo es que las sociedades como la nuestra están cada vez más bañadas en azúcar. Y lo peor es que no basta con quitar el azucarero de la mesa o dejar de tomar bebidas azucaradas o chucherías.
La industria alimentaria añade azúcares a productos que no imaginarías que los llevan: sopas, salsas, aliños para ensalada, pizzas y hasta chorizo o pechuga de pavo. Solo con una dieta basada en ese tipo de productos, podríamos superar varias veces el máximo diario recomendado por la Organización Mundial de la Salud, que es de seis cucharaditas de azúcar al día. Súmale a eso las harinas blancas, féculas y almidones que llevan tantos productos procesados (y que el organismo convierte rápidamente en azúcar), y te saldrá un total apabullante. Según la American Heart Association, las personas que basan su dieta en comida rápida y productos procesados toman una media de 22 cucharaditas de azúcar al día.
“Reducir el consumo de azúcares tiene un impacto notable en el peso y en la prevención de muchas enfermedades. El truco es ir sustituyendo la dieta rica en alimentos altamente procesados por alimentos frescos o mínimamente procesados y empezar a movernos más cada día”, nos explica Frank Hu, profesor de Nutrición y Epidemiología en la Universidad de Harvard, uno de los científicos más relevantes en nutrición. Estos pasos son la clave para lograrlo.
Los mil nombres del problema
La mayoría del azúcar que consumes no está en tu azucarero. Montones productos procesados llevan azúcares añadidos. Muchos terminan con “osa”, como galactosa o sacarosa, o vienen indicados como jarabe o jugo. Estos son algunos de los nombres que debes detectar (y desechar) en la etiqueta: melaza, jugo de caña, miel de caña, miel de maíz, jugo de fruta concentrado, jarabe de arce, dextrosa, fructosa, sacarosa, glucosa, maltosa, dextrina, maltodextrina, galactosa, miel de malta, sólidos de jarabe de maíz.
Sala de Redacción/Westchester Hispano
Publicado el 22 de Abril 2017