Por: Sammy Gómez y Deivis Moreno
Hace unos días celebré mi 39no cumpleaños por tercera vez, tarea difícil cuando se comparte el día con uno o dos familiares a la vez. Mi cumpleaños siempre ha sido un evento. Compartía mi cumpleaños con mi abuela materna que siempre celebraba el día a lo grande. Y el día que cumplí 20 años, el regalo de mi hermana fue el nacimiento de mi sobrina.
Siempre celebro mi cumpleaños pensando en mi abuela, y con mi sobrina y nunca quisiera que esta tradición acabara.
El día de nuestro cumpleaños, mi sobrina y yo decidimos celebrarlo en un restaurante de BBQ Coreano que abrió recientemente. Cenamos, cocinamos, y nos reímos. Al final de la cena, mi padre se levanta repentinamente con dirección al baño. Allí acabo la celebración. Por algún motivo, mi padre de 70 años y más, se desmayó y en su camino al suelo, se golpeó la cabeza en una silla, una mesa, y finalmente en el piso. Desde ese momento todo se movió en cámara lenta. Los gritos de mi hermana, las caras de terror en mis dos sobrinos y sobrina, el shock de mi madre, y las caras de consternación de mi esposo y cuñado. Después de una eternidad, llego una ambulancia que transporto mi querido padre a un hospital. Felizmente mi papá está bien. Adolorido pero el resultado de todos los exámenes fue positivo. Por eso estamos muy agradecidos.
Mientras revoloteaba en la sala de espera del hospital, contando los segundos, esperando noticias, pensé en todas las cosas que nunca decimos a nuestros padres y en esa idea de perfección e inmortalidad con la que deseamos recubrirlos. Pensé en los primeros días en que vivimos juntos. Mi padre se fue a los Estados Unidos cuando tenía 3 años y por mucho tiempo no fue más que una foto que veía en casa al no tener muchas memorias con él. Visitaba, pero no era lo suficiente para formar un lazo como lo forman padres e hijos. Diez años después él pudo traernos y fue difícil el cambio para mí. Dejar a mis amigos y familia que conocía por alguien que era casi un extraño no fue fácil de entender. Los meses y años siguientes no fueron fáciles. No estaba acostumbrado a tener padre, y a sus reglas, así que no nos llevábamos muy bien que digamos. Con el tiempo me acostumbré a ser hijo y él a padre.
Y quisiera que sepa lo agradecido que estoy por su apoyo y por sus consejos y por trabajar duro para yo poder sentarme en este escritorio a escribir este artículo. Así que dedico este artículo a él. Gracias viejo por todo. Mi próximo cumpleaños lo celebraremos en casa.
Publicado el 19 de Enero 2024