“Mi música brota del alma”

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La cantautora ecuatoriana, Caba lució su arte musical en la Sociedad de las Américas

La cantautora ecuatoriana Caba, durante su participación como cantante en una de las giras del Cirque du Soleil (Circo del Sol).

Arturo Castillo | New York Hispano | Colaborador

Nueva York

AS/COA (Americas Society/Council of the Americas) ofrece un espacio privilegiado a músicos latinos, que tienen la oportunidad de llegar con su arte a un auditorio diverso. Precisamente en ese escenario, la cantautora ecuatoriana Alexandra Cabanilla, conocida artísticamente como Caba, pudo presentar un espectáculoque cautivó al público presente.

Caba, cuéntanos acerca de tu pasión por la música. ¿Vino incluida en tu chip o has debido trabajarla, cultivarla?

Desde muy pequeña, gracias a mi papá, siempre tuve buena música en casa. Cuando decidí tomar clases extracurriculares, mi elección fue la música. Tengo recuerdo de esas tardes cuando miraba los pentagramas y me sentía fascinada. A veces pienso que yo no busqué la música, sino que ella me buscó a mí. Ya más grande, cuando tenía 14 años, participé en un intercolegial, y gané el primer premio, una beca para estudiar en la Sinfónica Juvenil del Ecuador. A partir de ello, tuve mucha más relación con la música académica. Al término del primer año, ya por decisión propia, entré al Conservatorio Nacional de Música.

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Ahí aprendí técnicas vocales, áreas de ópera; había teatro, coro. Todo eso, a mis 15 años. El conservatorio me gustaba más que el colegio mismo. Cuando me gradué del colegio, pensé que es lo que quería era entenderme mejor con los músicos, hablar su idioma, así que empecé a estudiar formalmente. Hablé con mis padres sobre mi decisión y les tranquilicé diciéndoles que seguiría cursando en la universidad la carrera de Comunicación organizacional.

En el 2009, tuve una invitación de la embajada de Estados Unidos, para integrar el grupo de “Embajadores del Jazz”. Gané el concurso y viajé, con cuatro músicos más, a Kentucky. Estuvimos en un ‘Jazz camp’ por una semana, y la semana siguiente fuimos a Washington D.C. para presentarnos en el Kennedy Center, donde interpretamos música nacional y también jazz.

En ese punto, empecé a entender que la música me iba a llevar a lugares insospechados.

Todo suena como una sucesión de felices eventos. Pero parece ser también que has aplicado una estrategia de proyección artística.

Efectivamente. Como producto final de mi carrera universitaria, grabé ‘Pasional’, que fue un disco que nos permitió invitar a muchísimos artistas internacionales, que no conocían el pasillo, a interpretar música nacional, en el formato de jazz. Fue muy bonito. Ese fue como mi proyecto de graduación. Con ese disco pude viajar a varios países de Latinoamérica. Me dije, “¡guau!, ya tengo un disco!”. Pero, claro, estaba como esa llamada a mis composiciones, a gestionarme ese lado de compositora, no solo de intérprete. Y bueno, en ese camino, hubo la oportunidad de audicionar para el Cirque du Soleil (Circo del Sol). Estuve cuatro años tratando de entrar a la compañía. En el 2015, viaje al Japón; donde viví un año, y estuve de gira con el Circo del Sol, como cantante principal. Ese fue como mi masterado. De vuelta al Ecuador, como que ya estaba mucho más activa en la parte corporal, y empecé a hacer musicales, como “Los Miserables” y “Chicago”, en el Teatro Nacional Sucre. En enero de este año, hicimos “Mamma Mia”.

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¿Cuándo decidiste conjuntar el canto y la composición? ¿Logras que cohabiten creativamente?

Hace dos años, encontré un productor que ha querido inyectarme el gusto por la composición. Yo tenía composiciones guardadas en el armario. Él me dijo:  “saquémoslas al aire, porque eres una artista con la que se puede lograr mucho. Abordas muchísimos géneros, y creo que Ecuador se merece una cantante que cante música del corazón”. Ahora estoy trabajando en mi disco, que se llama ‘Latir’.

¿Cuál es eleitmotiv de tus composiciones?

Tratan mucho de un camino de sanación que yo he tenido a lo largo de estos últimos años, que me he vuelto mucho más consciente de mis emociones y mis sentimientos. No es muy fácil atreverse a hablar de ellos; no solo románticamente, sino acerca de toda la gama de emociones que pueda tener un ser humano. Mi música brota del alma. Es eso lo que estoy exponiendo en ese disco. Con ello, además, espero contribuir con un granito de arena para la cultura y arte de mi país y del mundo.

¿Entonces, tu fuerza expresiva está en tu voz estrictamente? ¿O también tocas algún instrumento?

Siempre combino con el piano y la guitarra. De pequeña, tenía un profesor de piano que venía a la casa a enseñarme, y también mi primera escuela de música fue de guitarra. Pero la profesora se dio cuenta de que la voz estaba súper presente, de forma evidente.

Un asunto relevante, es que yo nací sin una oreja; solo escucho por una. Yo creo que me escucho a mí misma todo el tiempo, lo que está pasando adentro; quizás por mi fisionomía.

¿Afrontaste aquello, algún momento de tu infancia, de tu adolescencia, como una especie de minusvalía?

Nunca. Para mí, no tener una oreja era súper normal. No tuve problemas en el entorno escolar o social. Yo he visto mucha gente que se acompleja bastante, pero para mí no fue una limitación.

Es de suponerse que tu otro oído compensó la carencia, que amplificó tu capacidad auditiva.

(Riendo) Eso sí. A veces, cuando estoy cantando, me dicen: “¡qué bestia, pero es que tú no desafinas! Es como si tuvieras un autotune incorporado”. Entiendo perfectamente dónde están las notas. No creo tener un oído absoluto de saber qué nota es, pero sí sé cuando algo no está bien, lo reconozco.

Caba, ¿tú tratas tu arte como un don que se te ha dado? ¿Sientes que es un regalo de la vida?

Sí, totalmente, y lo aprovecho al ciento por ciento. Siempre agradezco antes de entrar al escenario. Y me digo: “esta vez, ¿qué quiero comunicar aparte de solo cantar estéticamente? ¿Qué más?”. Siempre estoy agradecida.

Trabajar en el arte desde tan temprana edad y con tal persistencia, con tal de entrega, ¿ha dejado en ti aspectos desatendidos, postergados? ¿De qué te has privado?

Al contrario. Yo, de niña, era como una mariposita; siempre estaba volando en todos los espacios que podía. De joven, fue maravilloso porque tenía un propósito. Ahora lo que veo en la juventud es una falta de oficio. No tienen una meta per se o algo que les inspire. En mi caso, yo no iba a muchas fiestas. Nunca supe lo que eran el alcohol o las drogas. Con madurez, pude dejar pasar todas esas cosas que el mundo tiene. De joven, la música estuvo súper presente. Yo prefería estar con mis amigos tocando guitarra, sacando ‘covers’, a estar en una fiesta. La música me dio un oficio y ocupó mi tiempo.

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En tu necesidad de experimentar las fases propias de la vida, como la adolescencia, ¿dejaste de lado la sica algún rato?

Sí. Creo que ha habido muchos cambios en el crecimiento que he tenido. Hubo años en los que yo no toqué la música, hubo años en que me dediqué a otras cosas, y ella pudo esperar. Hubo años, como los de la pandemia, en los que no la pude expresar. Sin embargo, en esos espacios de silencio, he podido reflexionar acerca de este camino. Si me preguntas si la música ha estado siempre ahí, sí. Ha estado ahí esperando pacientemente, aunque yo no la utilizara, a que volviera a ella. Pero, definitivamente, la música va a estar siempre presente en mi vida de alguna manera, quizás apoyando a otros colegas artistas a que el arte esté siempre presente entre nosotros.

Cuando tú hablas de tu “camino de sanación”, ¿exactamente a qué te refieres?

Me refiero a poder crecer, en el mejor sentido. Gracias a Dios, no tenido como un hueco de la droga, un hueco tóxico o un aborto. La verdad es creo que en mis anteriores vidas ya lo viví; ahora me lo estoy tomando más en serio y más conscientemente. Y la espiritualidad ha llegado con mucha fuerza.

¿De qué te estás sanando?

Me estoy sanando del amor propio, de no haber tenido en algunos momentos amor propio, de castigarme mucho, de ser muy perfeccionista, de no darme el lujo de tener errores. Me estoy curando de esas emociones súper fuertes que como artista tengo, como pasional que me defino yo, y que debo medirme un poco porque puedo hacer daño sin darme cuenta. Retrospectivamente, veo qué es lo que está pasando, por qué me está afectando esto o aquello. Tengo traumas de la niñez; mi papá no estuvo tan presente en mi infancia porque trabajaba mucho, entonces me hizo falta la parte de la figura de mi padre, y la estoy buscando en otro lado. Ese tipo de cosas que creo que le pasa a mucha gente, nada más que yo las estoy utilizando para mi música.

Publicado el 26 de Abril 2023

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