El manual del cuidado facial 

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Lo que tu piel necesita en cada década para lucir siempre radiante 

Sala de Redacción | New York Hispano 

La piel es un reflejo de nuestra salud y bienestar, y aunque solemos preocuparnos por ella cuando aparecen las primeras arrugas o manchas, lo cierto es que necesita cuidados específicos en cada etapa de la vida. No basta con aplicar una crema al azar: a los 20, 30, 40 o más, la piel enfrenta distintos cambios que requieren rutinas adaptadas. Conocer estas diferencias es clave para mantenerla saludable, luminosa y protegida a lo largo de los años. 

En los 20: prevención y hábitos saludables 

A esta edad, la piel suele lucir firme, fresca y con buena elasticidad. Sin embargo, es el momento ideal para crear hábitos que prevengan futuros daños. 

Limpieza suave: usar geles o espumas que eliminen impurezas sin resecar. 

Hidratación ligera: cremas o geles con ácido hialurónico. 

-Aviso-

Protector solar diario: incluso en días nublados o frente a pantallas. 

Evita desvelos, fumar o abusar del alcohol, ya que sus efectos se reflejan pronto en la piel. 

En los 30: primeras líneas de expresión 

A partir de los 30, comienzan a aparecer las primeras arrugas finas, sobre todo alrededor de los ojos y la boca. La piel también puede volverse un poco más opaca. 

Cuidado antioxidante: incluir sérums con vitamina C o E para combatir radicales libres. 

Hidratación más profunda: cremas con péptidos o ácido hialurónico. 

Cuidado del contorno de ojos: ideal para reducir bolsas y prevenir líneas de expresión. 

Protección solar reforzada: preferir fórmulas que protejan contra rayos UVA, UVB y luz azul. 

En los 40: firmeza y regeneración 

Durante esta etapa, la producción de colágeno y elastina disminuye notablemente, lo que provoca flacidez y arrugas más marcadas. 

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Limpieza suave y nutritiva: evitar jabones agresivos que resequen. 

Cremas con retinol o derivados: estimulan la regeneración celular. 

Ingredientes reafirmantes: como colágeno, niacinamida y ácido glicólico en bajas concentraciones. 

Masajes faciales o con guasha: ayudan a mejorar la circulación y dar un aspecto más firme. 

A los 50 y más: nutrición intensiva 

Con la llegada de la menopausia, la piel suele volverse más seca y perder densidad. En esta etapa, lo fundamental es nutrir y reparar. 

Cremas ricas en lípidos y ceramidas: ayudan a mantener la barrera cutánea. 

Suplementos de colágeno y retinoides suaves: favorecen la elasticidad. 

Protección solar, uso de gorros o sombreros: la piel madura es más sensible al sol. 

Atención médica: consultar a un dermatólogo para tratamientos personalizados, como peelings suaves o láser. 

Más allá de la etapa en que nos encontremos, la clave está en la constancia y en la protección solar. Una rutina simple pero constante es mucho más efectiva que usar productos de forma irregular. Dormir bien, hidratarse, alimentarse de manera equilibrada y mantener bajo control el estrés son hábitos que, junto con el cuidado facial, marcarán la diferencia.