Por Sammy Gómez y Deivis Moreno.
Se dice que desde el nacimiento estamos condenados, porque un par demostró lo que éramos capaces de hacer y así; como por sospecha, terminamos todos unidos por algo; “El Pecado”.
Pero en un planeta dividido hasta por el color del aire que exhalamos, donde el conocimiento es poder, pero más poderoso es quien sabe utilizarlo.
Y en donde, ya que las apuestas no son la igualdad, ni el cuidado del planeta, ni la erradicación del hambre. (Cosa que debimos haber hecho hace mucho, antes que la ”A.I.” que hemos creado demuestren entre sus estadísticas que no lo hemos logrado porque ni siquiera lo estamos intentando pues no se puede ganar un juego de forma individual, cuando es grupal.
Y donde aun cuando para los más optimistas es claro, que el lado de la multicategorizacional balanza de la vida en el que se nace, hace una gran diferencia.
Pues las heridas de los que caminaron y perdieron la vida atravesando un desierto, no son las mismas de los niños que cada día mueren con la boca llena de insectos en la TV, como tampoco la de aquellas, que no tendrán derecho a educación, ni de escoger a quien han de amar o a tener la educación financiera a la que un porcentaje menos considerable tiene acceso.
Pero, cuando se voltea la balanza y la capacidad de dar o no, lo que con sudor hemos aprendido, es nuestra:
¿Hacemos libros, audiobooks, pod casts o ted talks para compartirlo o solo lo guardamos en el mismo baúl en el que nos encerraban de niños nuestros miedos?
Y si fuésemos capaces de abrirlo; ¿con quién repartirlo, con extrañas siluetas sin nombre y apellido y que ni siquiera nuestro mismo color de piel tienen o con las personas que me rodean y han estado cerca?
La mayoría de las veces, ninguna de las anteriores.
Y que, de cuando podemos tomar ventaja de alguna oportunidad, ¿por notar en ella la misma ingenuidad o carencia de capacidad defensiva? (como lo hicieron nuestros conquistadores), Nos untamos los dedos y nos limpiamos en la parte de atrás del pantalón para que nadie nos vea?
Porque un crimen que nadie vé, es como un sueño que no se comparte; solo un producto de la imaginación.
Patriarcado, legado, tradición, nepotismo o solo aquello que Rocio Dúrcal (que en paz descanse) nos enseñó, “que era más fuerte que el amor”.
La costumbre. La sospecha. La maldición.
Publicado el 21 de Diciembre 2023