La escritora de literatura infantil, de origen dominicano, ha recibido premios nacionales e internacionales

Flor Almonte | New York Hispano | Colaboradora
Farah Hallal es escritora, poeta, editora y animadora a la lectura y la escritura la escritora dominicana quien ha obtenido muchos reconocimientos dentro y fuera de su país.
En 2005 funda la revista infantil Revulú y en 2015 el semanario de caricatura política Fuáquiti. Desde hace años se dedica diseñar programas de fomento a la lectura y la escritura. Dirigió el Sistema Nacional de Creación Literaria del Ministerio de Cultura de la República Dominicana.
Premio Nacional de Literatura Infanto-Juvenil Aurora Tavares Belliard 2013. Premio dominicano El Barco de Vapor 2014. Dentro de sus publicaciones infantiles destacan: Sábado de ranas (Alfaguara Infantil, 2013) y (Loqueleo 2018). Un adiós para mamá (SM, 2014). Las gallinas son eléctricas (Editora Nacional, 2015). La caja de la esperanza (SM, 2016). El ave perdida (Fundación Propa-gas, 2017). Mi mariposa quiere volar (Fundación SM, 2017). Número Ocho (SM, 2019).
LEE TAMBIÉN: Alvarado anuncia edificio central para los jóvenes
La autora comparte con nuestros lectores las respuestas a estas preguntas:
FA: ¿Como empiezas a escribir literatura infantil?
FH: Desde que era niña. Leía mucha literatura infantil (y de todo) porque en mi casa no hubo ese concepto de literatura infantil. Había muchos libros de todo tipo, y ningún teléfono inteligente, entonces le debo también a la época en la que crecí que me permitió cultivar mi vocación sin la competitiva demanda de las redes sociales. Hoy para leer tranquila un libro, apago el teléfono o lo desaparezco en una gaveta. De lo contrario, es una gran tentación.
FA: ¿Qué te motiva a escribir para el público infantil?
FH: Esta es una pregunta increíblemente difícil. Parece fácil. Sencilla, pero no lo es. Y las motivaciones varían muchísimo. Cada libro o poema infantil tiene su propia historia y es tan difícil dar una respuesta a la motivación de la escritura. Dado que escribo para gente mayor que revisita su infancia constantemente y para gente pequeña, pero que tiene un mundo interior y creatividad sin límites, me siento tentada a dejar la pregunta en escribir. Quitando para el público infantil. Pero intento pensar… para quedar bien a la altura de la pregunta. Fuera de que hay una inclinación natural, una fuerza inexplicable, quizá genética que me lleva a escribir Literatura Infantil y Juvenil (en lo adelante LIJ), hay un ingrediente del que hago conciencia al momento de producir LIJ. Por un lado, la infancia es una etapa vital para la estabilidad psicológica de un ser humano a lo largo de la vida. Es una etapa que debemos proteger porque la revisitaremos consciente o inconscientemente durante toda la vida. La literatura infantil, al margen de que sea un elemento de goce, de disfrute, de relajación, de vínculo con el mundo, también puede ser un instrumento que nos ayuda muchísimo para explorar emociones, para ampliar la significación que damos a las cosas, para diversificar las formas naturales de expresión y darnos la oportunidad de aprender y cocrear. Porque la lectura, aparentemente un ejercicio donde estamos quietas es una actividad dinámica: exploras mundos, personalidades; comparas realidades, ríes y lloras. Entonces ahí el concepto de LIJ se difumina. Un buen libro conmueve a cualquier edad. Un libro de calidad literaria requiere la misma calidad literaria sin importar el destinatario. Y yo leo LIJ por placer. Me gusta. A mis 47 años me divierto, emociono y sorprendo igual que cuando tenía 7.

FA: ¿Qué papel crees tú que juega la literatura infantil en la educación hoy día?
FH: Es fundamental. Leer en un mundo que atesora su cultura con código escrito en un artefacto que hemos llamado libro, es un poder para cualquier persona. De cualquier edad. Pero si solo te educas leyendo las bobadas que alguien publicó en una página web, tu nivel educativo, por ende, la interpretación que darás a las manifestaciones de tu vida, de tu sociedad, es muy sesgada. Ni siquiera deberías confiar en ella plenamente. Creerás que el mundo solo es lo que dijo un político que quiere que le eches el voto. Estamos educándonos constantemente. Y cuando yo era niña sabía que podía jugar en toda la calle, pero de la esquina esa para acá. No podía ir más allá. Lo tenía clarísimo. Al navegar, nuestras niñas y niños reciben educación constantemente. Y cruzan la calle, la ciudad, los mares. Ven lo que es chulísimo que conozcan, pero también acceden a contenidos que todavía no saben interpretar. ¿Saben discriminar? ¿Lo sabemos las madres y los padres? Lo que ves en tu calle, lo que ves en las redes, lo que ves en la tele es una mediación: es una interpretación de lo que es el mundo. La literatura infantil, por más osada que parezca, es un lugar siempre seguro. Si tienes la habitación de tu hija y tu hijo repleta de libros infantiles de todo tipo (algo le gustará) en algún momento cogerá el libro. Pero si no le damos esa oportunidad, pues estás permitiendo que le eduque un medio con valores que a lo mejor no le van a ayudar a vivir esa vida estable, psicológicamente estable, que necesita una persona adulta para sentirse plena y realizada. Eso en la educación cotidiana. Pero en la escuela, la lectura es tan determinante para el éxito escolar, que me resulta hasta innecesario mencionarlo. Esta misma semana, por ejemplo, leí un estudio que resaltaba una correlación importante: el desempeño en la escuela está directamente relacionado con lecturas extensas. Y actualmente las nuevas generaciones solo quieren leer textos cortos. Pero lo que te ayuda para el desarrollo de tu vida es leer libros “gordos”. Transmitir el amor a la lectura es darle a cualquier ser humano de cualquier edad un poder que le será determinante por el resto de su vida.
LEE TAMBIÉN: La acusan de robar más de $300 mil a anciana
FA: ¿Cuáles son los retos que tienen hoy en día los padres que desean que sus hijos se interesen por la lectura?
FH: Primero que las madres y los padres lean libros constantemente. Tu hija e hijo harán lo que vean, no lo que les digan. Replicarán sus hábitos y los valores de la sociedad que conocen: su familia, su escuela, su comunidad. Claro, siempre habrá una excepción: yo me crie en un barrio viendo de todo. Sin embargo, nunca me he puesto un cigarrillo en la boca. Siempre elegí leer. Estudiar. Pero esperar que la autodeterminación sea la que guie a tu hija e hijo es un riesgo que yo no quise tomar. Entonces procuré exponer a Itzel y a Gael a una vida cultural que les ofreciera una oportunidad: poder discriminar entre un tipo de actividad y otra. Mi hija, en alguna época en la que necesitaba rebelarse, me decía que los museos eran aburridos. Hoy estudia Restauración y conservación de obras de arte. Yo fui la más sorprendida. Soy inmigrante en España, igual que mucha gente. Aquí cuando se menciona a un adolescente latino, se piensa en una banda. Mi hijo de 15 años es muy estudioso y escribe poesía. Le estoy enseñando a bailar ritmos latinos, a él y a cuatro más de su curso. Puedo bailar bachata, tararear un merengue popular y escribir un libro. Puedo amar mi cultura popular, formar parte de ella, y a la vez moderarme: confiar que la lectura es un poder que a mí como adulta, me conviene y que a mi hija e hijo les conviene. Ayer, por primera vez en muchísimos meses, me tendí a leer un libro toda la tarde bajo el sol. La persona que se paró de esa tumbona del jardín cuando casi anochecía, no era misma persona que se había sentado a leer a las cuatro de la tarde. Nuestro reto como madres y padres es educar nuestro sentido crítico, esto se hace leyendo buenos textos. Así quizá logremos ser modelos y orientadores con criterio.
FA: ¿Como pueden los padres fomentar la lectura y escritura en sus hijos?
FH: Un poco lo he dicho, con el ejemplo. Porque si no vemos ese hábito en casa, es como decir: “hijo el aceite de oliva es sano”, pero tú haces los panqueques con mantequilla. Y le echas grasa a punta de pala. Dices una cosa y haces otra. Así no funciona el aprendizaje. Otra es condicionarlos de forma positiva hacia la lectura: presentarles libros que les puedan interesar. Mi madre no nos mandaba a leer. Jamás. Pero nos ponía los libros en todas partes. Hasta en el baño. Nos aparecía comentando algo que leyó emocionadísima o muerta de la risa. La doña sabía que como mandara a leer a cinco adolescentes, ninguno lo haría. Pero en casa había libros. No había más nada. Un destartale de casa. Pero para los libros y las medicinas, siempre hubo dinero. Entonces, un libro tiene un valor intrínseco. Cuando tu hija lee un libro bueno, que le fortalece su autoestima, que la ayuda a mirar el mundo con más profundidad, la estás alejando de las drogas, de las bandas, de la vida plana y cortoplacista. Cuando le pones libros cerca, aunque no te hagas las uñas en el salón de belleza, aunque sistemáticamente vayas por ellos haciendo préstamos en las bibliotecas de tu condado, la estás acercando más al mundo de las ideas. Un mundo donde ella tendrá mayor cuidado de no dejarse convertir en un títere de su sociedad, de su tiempo. Un mundo de más oportunidades. A largo plazo es una apuesta más rentable.
Para conseguir sus libros, lo mejor es mandar un mensaje a través de www.farahhallal.com
Publicado el 12 de Abril 2023