1- Habla con tu hijo y pregúntale porqué le cuesta tanto hacer los deberes. Puede que haya algún motivo preocupante que debería solucionar: cansancio falta de sueño, intranquilidad por algún problema interno, falta de espacio de trabajo, sobrecarga de deberes…
2- No pretendas que sea Steve Jobs, basta con que él esté contento con su trabajo. Su exigencia debe ser acorde a su edad.
3- Ten más paciencia. No le grites, ni le fuerces, el niño debe asociar los deberes con algo positivo para él. Si ves que los nervios te llevan a sacar tu mirada de asesina sangrienta, mejor que te vayas a dar una vuelta por la casa, hacer unas respiraciones profundas, y volver con las energías renovadas.
4- No le castigues. Los castigos no suelen ser los mejores aliados y los asociará con que los deberes son algo negativo. Es preferible premiarle con algo, a ser posible no material, como por ejemplo un rato jugando juntos, después que te ayude a hacer la cena a solas sin sus hermanos
5- No le metas prisa, aunque lleve toda la tarde. Hay niños que no funcionan bajo presión, y que necesitan mejorar su autoestima, dile: ¡esto te está saliendo muy bien!, un abrazo, y un cariño.
6- No le hagas los deberes. Ya sé que es muy complicado que tras una hora mirando el mismo ejercicio no termines arrancándole el lápiz de las manos y se lo hagas tú. No dejes que dependa de ti para hacer los deberes.
Sala de Redacción/ Westchester Hispano
Publicado el 02 de diciembre 2017